Coches eléctricos



Qué es un coche eléctrico y cómo funciona

Un coche eléctrico es un vehículo impulsado por uno o más motores eléctricos que emplea la energía eléctrica almacenada en baterías recargables y la transforma en cinética. A diferencia de los vehículos de combustión interna, que funcionan quemando combustible, un coche eléctrico obtiene la tracción de los motores eléctricos. Esta energía es almacenada en sistemas recargables, baterías, que luego consumen la energía almacenada durante su desplazamiento. El motor de un coche eléctrico puede ser de corriente alterna o de corriente continua.


La tecnología más avanzada hoy en día en vehículos eléctricos es la de baterías de iones de litio.


También son automóviles eléctricos los híbridos enchufables, que combinan un motor eléctrico con otro de combustión. Unos y otros están cada vez más presentes en el parque automovilístico español.




Cuándo se inventaron los coches eléctricos

Aunque parezca mentira, los coches eléctricos no son una invención moderna. De hecho, existían antes que los automóviles diésel y gasolina. Ya en el siglo XIX, entre 1832 y 1839, Robert Anderson, un inventor escocés, desarrolló el primer vehículo eléctrico puro. En paralelo, en torno a 1835, el profesor Sibrandus Stratingh de Groninga patentó y construyó vehículos eléctricos a escala reducida.


Francia y Reino Unido fueron los países pioneros en fomentar el desarrollo generalizado de vehículos eléctricos, pero lo cierto es que no tuvieron demasiado éxito comercial. A causa de las limitaciones tecnológicas, la velocidad máxima que podían alcanzar estos primeros vehículos eléctricos era de unos escasos 32 km/h, de ahí que fueran reservados a las clases altas y a las mujeres, principalmente.


La firma automovilística Peugeot fue una de las primeras en lanzar al mercado un coche eléctrico. Fue en el año 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, en parte motivado por la escasez de combustible. El vehículo en cuestión se llamó Peugeot VLV (Voiture Légère de Ville / Vehículo Ligero de Ciudad), un cabrio de dos plazas destinado a uso urbano con una revolucionaria tecnología eléctrica para aquella época. Contaba con una autonomía de 80 km y alcanzaba los 30 km/h.


En España, Emilio de la Cuadra fue uno de los primeros impulsores, tras una visita a la Exposición Internacional de la Electricidad de París.


La introducción del sistema de arranque eléctrico, junto con las cadenas de montaje, propiciaron la paulatina erradicación del vehículo eléctrico. Así, hacia finales de 1930 la industria del automóvil eléctrico había desaparecido casi por completo. Hasta ahora.



De qué partes se compone un coche eléctrico

Motor: El motor de un coche eléctrico puede ser un motor de corriente alterna o de corriente continua. Puede tener uno o varios, dependiendo del diseño. También recupera energía.


Cargador: Absorbe la electricidad de forma alterna directamente desde la red y la transforma en corriente continua, para de este modo poder cargar la batería principal.


Baterías: Las baterías de iones de litio almacenan la energía proveniente del cargador en forma de corriente continua. Así se alimenta todo el coche eléctrico. En los coches eléctricos que tienen un motor eléctrico de corriente alterna, la batería va conectada a un inversor.


Transformadores: Los transformadores convierten la corriente alterna, que es la que se suministra por la red, en corriente continua, que es la que se acumula en las baterías.


Inversores: Los inversores transforman la corriente continua en corriente alterna.


Controladores: Comprueban el correcto funcionamiento por eficiencia y seguridad y regulan la energía que recibe o recarga el motor.






Ventajas e inconvenientes de los vehículos eléctricos

Éstas son algunas de las ventajas de los coches eléctricos:
-Son más silenciosos.
-Son menos contaminantes tanto en términos globales como de contaminación local.
-Se recargan cuando están parados: en el garaje de tu casa, en el trabajo, en un centro comercial donde haya un punto de recarga. También se recargan durante el desplazamiento del vehículo (frenado).
-Se alimentan de una fuente de energía renovable y sostenible.
-Los motores eléctricos son más compactos, ligeros y simples que los motores de combustión interna. Al no quemar combustible, no precisan de un circuito de refrigeración ni de aceite. Además, son más eficientes que un motor térmico.
-Empujan desde 0 RPM entregando el par motor al instante.
-No necesitan cambio de marchas ni embrague. Por eso su conducción es muy cómoda, más incluso que en un coche térmico de cambio automático. Apenas generan vibraciones.
-Recuperan energía de las frenadas para recargar las baterías (en estos casos el motor eléctrico funciona como un generador eléctrico, recuperando parte de la energía cinética).
-Los motores eléctricos tienen mantenimiento muy reducido por su simplicidad mecánica.
-El coste energético por kilómetro de la carga eléctrica es muy inferior al del combustible para un vehículo térmico.
-Independencia con respecto al petróleo, un recurso limitado y sujeto a las fluctuaciones del mercado que además aumenta la polución y daña la atmósfera.
-Accesibilidad gratis en grandes ciudades.



Los vehículos eléctricos también tienen algunos inconvenientes que habría que matizar:
-Los coches eléctricos gozan de menos autonomía que los coches convencionales, aunque son ideales para moverse por la ciudad. Como coche urbano son perfectos. En un futuro, según avance la tecnología de las baterías, mejorará la autonomía.
-La inversión inicial suele ser mayor que al comprar un vehículo térmico, pero a la larga lo amortizas, ya que ahorras en combustible, en impuestos (hasta un 75% en impuesto de circulación) y en mantenimiento, y en según qué ciudades, el parking y el peaje te pueden salir gratis. Eso los hace rentables con vistas al futuro (lo que se conoce como TCO, o Coste Total de Propiedad).
-La energía de las baterías sólo puede provenir de enchufes de la red eléctrica, y es conveniente disponer de un punto de recarga vinculado; esto es, en el que el vehículo se carga habitualmente; por ejemplo, en el garaje o en el trabajo, pues las infraestructuras públicas de recarga (puntos de carga de oportunidad) aún no están tan extendidas (aunque sin duda iremos viendo cada vez más).
-Los tiempos de repostaje o carga pueden oscilar entre 30 minutos y 8 horas para una carga completa en un punto de carga vinculado específico para vehículo eléctrico. De hecho, las baterías no exigen cargarse al 100%, ni la descarga completa al no sufrir "efecto memoria". Por lo tanto, con una carga vinculada o de oportunidad puedes obtener una energía suficiente para tus necesidades.
-Las baterías se desgastan mínimamente con su uso y tienen una vida larga. De hecho, la vida útil de la batería siempre es mayor que la del vehículo. Además, la gestión electrónica que se hace de la batería evita el “efecto memoria” de otros dispositivos como los teléfonos móviles, evitando su desgaste.

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